Realidad aumentada

Mis primeras experiencias de realidad aumentada como consumidor me hacen pensar en la amplia variedad de usos que puede tener la sobreimpresión de datos informáticos en una visión dinámica de la realidad. 

En el iPhone, por ejemplo, ya hay varias aplicaciones que permiten ver la calle en la que estás, a través de la cámara del dispositivo, con unas pequeñas ventanas que flotan encima de la imagen que estás viendo. 

De esta manera, conforme vas dirigiendo el objetivo hacia la derecha o la izquierda, aparecen sobre la vista de la calle las fotos de los monumentos, museos, bares, restaurantes, etc. que se encuentran en la dirección hacia la que apuntas, con indicación de la distancia hasta ellos y con la información que aparece en Wikipedia sobre esos lugares.

El catálogo de Ikea en el iPhone también de permite colocar el mueble o el sofá seleccionado en la vista de la habitación a la que enfocas, pudiendo cambiar el tamaño del objeto, y sobreimprimirlo en la foto final para poder comprobar cómo queda en el conjunto de la decoración.

Supongo que también pueden aparecer en la pantalla las fotos de tus contactos, la distancia y la dirección en la que se encuentran, sobreimpresas sobre la vista de la calle en la que estás. Si además el contacto tiene un campo para expresar el nivel de afinidad o las ganas que tienes de ver a esa persona, la ventana que enmarca su foto podría ser de color verde, amarillo o rojo, promoviendo el encuentro o señalando una ruta alternativa para evitarlo. Todo ello con el previo consentimiento del afectado para geolocalizarlo, claro.

Como pegas, las cuestiones relativas a la intimidad, el ridículo que haces cuando tienes que dibujar un ocho en el aire con el dispositivo para que recupere el sincronismo, y la incompatibilidad de estas aplicaciones con las numerosas calles en obras de nuestras ciudades.

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