La letra de la canción

Hoy en día parece impensable que alguien pague por conseguir la letra de una canción.  Tal vez nunca fue un buen negocio, pero hace años, si el vinilo o el CD no iban acompañados de las letras, yo estaba dispuesto a pagar por poder seguir el texto mientras escuchaba la canción. Y si la letra incluía los acordes para la guitarra, aún más. Ahora sólo hay que introducir el título de la canción y la palabra lyrics en Google para tener cientos de fuentes donde escoger. Algunas de ellas son de pago. Otras se financian con publicidad. Otras, ni siquiera eso. Al mismo tiempo, y siguiendo la estela de iTunes, han aparecido widgets y plugins que te descargan la letra automáticamente al escuchar una canción. Incluso pueden sincronizarla con la música, crear un karaoke o colocarla temporalmente en el escritorio. También hay vídeos en iTunes donde se puede seguir la letra a pantalla completa o como subtítulo de un clip musical. Aunque nada impide imprimirla, parece que ha pasado a la historia la experiencia sensorial de tener la letra en la mano mientras escuchas la canción. Al igual que ha pasado a la historia que el autor de la letra espere obtener un beneficio económico más allá del pago que recibió al publicarla.