Plan de acción

Leyendo la prensa esta mañana me ha gustado un concepto que el autor denomina «demanda embalsada». Ha sido una fuente de inspiración.
Si conseguimos creérnoslo de forma colectiva, la demanda que surja cuando se cierre el paréntesis debería compensar la que no se ha producido durante este periodo.
Sea o no sea así, parece evidente que, los que tenemos la suerte de poder trabajar fuera de nuestro puesto de trabajo habitual, tenemos que actuar a la vez en tres frentes de actividad:

  1. Las acciones habituales.
  2. Las acciones adicionales que exige el momento.
  3. Las acciones de preparación para el futuro.

No podemos dejar que uno de los frentes nos impida trabajar en los otros.

Ello exige agilidad, adaptación y eficiencia.

Por suerte, ahora podemos aprovechar el tiempo que nos ahorramos en desplazamientos y en reuniones que acaban siendo más largas de lo necesario.

Acciones habituales

Sobre el primer frente de actividad, poco que decir. Se trata de apoyar al negocio, a nuestro equipo, y de realizar nuestra contribución habitual en relación a los objetivos que se mantengan intactos.

Acciones adicionales que exige el momento

En este frente de actuación todo dependerá del sector en el que estemos y de si éste ha sido beneficiado o perjudicado por la situación actual.

En ambos casos tenemos la oportunidad de liderar el proceso de adaptación y ayudar con nuestras competencias y con las que vamos a desarrollar.

No se trata de intentar demostrar que somos indispensables, sino de participar en la toma de decisiones, aportar propuestas, ideas inspiradoras y motivadoras.

Nuestro papel es esencial, ya que cuando el mapa que teníamos es sustituido por otro hay que redibujar las líneas rojas que no hay que cruzar y aparecen riesgos que antes no gestionábamos por su escasa probabilidad.

Pero también podemos aportar ideas al negocio. Si se confirma que en nuestro sector de actividad hay realmente una demanda embalsada, ¿por qué no la anticipamos?

Acciones de preparación para el futuro

En este frente de actuación es donde debemos aplicar nuestro máximo esfuerzo.

Los inversores más previsores se cargaron de liquidez en 2019 para salir de compras en 2020, en una bolsa que intuían que iba a estar baja.

Nosotros sabemos que los límites de déficit se han retirado y que la deuda que se genere será enorme, y tendremos que pagarla entre todos.

Algunos piensan que la Administración aplica una política recaudatoria solidaria con las empresas tras momentos como estos. La experiencia de las dos últimas crisis demuestra que no es así, y que es muy probable que se utilicen las sanciones administrativas como instrumento recaudatorio.

En estos tiempos también aumenta la actividad y la creatividad de los que se sienten perjudicados por alguna acción u omisión de la empresa: clientes, proveedores, destinatarios de campañas de marketing más agresivas o insistentes de lo normal, trabajadores, accionistas…

Además de los puntos fuertes, es el momento de identificar los nuevos puntos débiles de la empresa, para blindarla frente a las nuevas amenazas que puedan surgir.

Pero también es un momento para elaborar un plan de acción en el que definamos el papel que vamos a desarrollar en el mundo y en el mercado que vamos a encontrar cuando volvamos. Porque va a ser distinto.

Ahora que hemos verificado que la naturaleza recupera su espacio cuando el ser humano se queda en casa, muchos nos propondremos ser más respetuosos con el espacio que volvamos a ocupar.

Es el momento de reinventarnos y de elaborar este plan de acción. Hay muchas oportunidades. Podemos empezar a trabajar en ellas.